
El Arzobispo de Pamplona recordaba que “la
imaginería siempre nos ha mostrado a San Francisco Javier con el pecho abierto,
de donde sale un fuego. Es el fuego del amor de Dios. En él residía un deseo de
entregarse más y más por amor de Dios” (...).
Mons. Francisco Pérez, añadía que “después
de un camino de discernimiento mutuo, Ignacio se fue ganando la amistad del
navarro. Francisco fue tocado muy profundamente por una frase que determinaría
el rumbo de su vida: ¿De qué sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde
su alma? Reaccionó con sensatez y se puso en el camino, de la Verdad. Nada ni
nadie se le interpuso en el proyecto que Dios le había diseñado. Francisco nos
enseña a mirar más alto y afirma, con su vida, que Dios llena el corazón del
fuego de su amor si sabemos aprovechar sus insinuaciones, propuestas y
advertencias” (...).
Finalizaba
con una petición al santo: “Ruego a San Francisco Javier que nos ayude a
discernir con valentía y sin ilusiones vanas el cometido de nuestro servicio:
el bien común. Le ruego también que en este Año de la Fe nos haga crecer en el
conocimiento de Dios y en al amor a la Iglesia de Jesucristo”OMPress
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