Muchas
veces decimos que la misión es el envío que hace Jesús a sus discípulos a
llevar la Buena Noticia de la salvación a los hombres. Pero descubrimos que es
mucho más que eso.
En
primer lugar, los evangelios marcan que el Señor “llamó a los que Él quiso”
(Mc.3); y luego que se le acercaron les habló y los envió.
Con
este llamado, Jesús quiso decirles también que la misión es: diálogo inter
religioso, preocupación por la justicia, interés por lo social, la lucha por la
paz, la reconciliación entre todos los hombres.
A
partir de estas experiencias sabremos explicar desde nuestras comunidades y
grupos misioneros, que es en realidad la misión.
En
más de una oportunidad nos quedamos estancados en que tenemos que ir al encuentro
del otro. Gran verdad. El problema es no avanzar con el otro.
La
misión de la Iglesia es una evangelización más grande, que tenga sentido y que
se vean los resultados a todos estos temas que hoy preocupan a la sociedad.
En
primer lugar, el misionero es persona de diálogo. El hablar es compartir,
entender y aceptar las posturas y pensamientos diferentes. El otro no es mi
enemigo si tiene un concepto distinto de religión. Debemos caminar juntos y
aceptarnos para llegar a la salvación que Cristo prometió para aquellos que
obedecen al Padre.

Misión
es también la preocupación por el hermano desnudo y hambriento. Lo social en la
misión, es poder hablar del Evangelio y sentir que el mensaje es recepcionado,
a partir de que tenga fuerza y entusiasmo en querer escuchar y servir a Dios.
La
paz y la reconciliación son dos prioridades de las que el misionero no puede
prescindir. Nadie da lo que no tiene. La paz no es solamente la ausencia de la
guerra; es estar también reconciliado con el otro, dejando diferencias de lado
que me privan de descubrir las riquezas y las bondades de los demás, sin dejar
de pensar que se hace imposible vivir en comunidad.

P. Dante De Sanzzi
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