El Santo Padre desde que ha
llegado a Río de Janeiro para presidir la Jornada Mundial de la Juventud no ha
parado. Desde las actividades de índole religiosas hasta las culturales e
institucionales. Todo ha hecho que su agenda haya sido muy cargada. Pero eso no
le quitó nunca la alegría y la sonrisa cada vez que apareció en público, al
contrario, siempre radiante, cercano a la gente, especialmente a los niños.

La gente grita, todos le gritan y
quieren acercarse: niños, grandes, ancianos. Todos quieren estar cerca, sacarle
una foto. Hoy una vez más es portada de varios diarios los que destacan que la
estrella de la Jornada es el Papa y que ha conquistado el corazón de los brasileros,
y añadiría, de cada peregrino del
continente que haya venido.

Hay que destacar que Francisco
seduce, tiene magnetismo y ha conseguido en solo cuatro meses que los católicos
se revolucionen; él les ha devuelto la confianza. Solo eso hace que millones
esten apretados casi sin poder respirar, parados horas para verlo pasar en el papamóvil.
En este humanismo que hemos perdido
y que él pide recuperar, esta semana ha
sido un oásis para muchos y quizá tiempo de volver a casa y empezar a trabajar
para recuperar y vivir lo que pidió en reiteradas oportunidades: solidaridad, esperanza,
dignidad, y saber de la misericordia de Dios.
Favio Rosso
ompnoticias
@ompargentina
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