En tiempos donde ser católico es visto como
algo conservador, fuera de epoca y repulsivo, donde matrimonio es mala palabra,
donde el valor de la vida es nulo y las familias ya no son el lugar predilecto
de refugio sino el lugar donde se generan todo tipo de problemas; en ese
contexto se hace muy difícil enfrentar el día a día y trabajar en el
enriquecimiento del alma.

Con la llegada de los niños a la casa y la
rutina laboral, yo sentía que el tiempo que le dedicaba a Dios era mínimo y no
solo me preguntaba si era buen misionero, sino también si era buen cristiano.
Cuando Mercedes me comentó la posibilidad de ir
al encuentro de familias me encantó y sentí que ese podía ser el lugar para
redescubrirme. Hoy me di cuenta que nunca me olvido de Jesús, que en realidad,
en cada sensación de olvido esta su presencia.

Gracias a ustedes reafirme algunas sensaciones
que tenía en mi cabeza. Hoy puedo decir que soy un misionero, porque solo tenía
la visión un poco nublada. Tengo una familia a la que todos los días les
muestro el camino de la fe a través del ejemplo y a través de mi vida misma,
soy un instrumento de Dios vivo; y es esa familia que formamos la que a su vez es
ejemplo para otras.
Ayer Jesús me mostró mi fortaleza misionera en
el momento en que mi hijo Noah bendijo la mesa. Quizás no me tocó golpear
puertas y hablar de Dios por todos lados, sino que me tocó vivir la fe y desde
ese vivir hacer que muchos corazones despierten de su profundo sueño.
¡Muchas gracias a todos!
@OMPARGENTINA
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