San Camilo de Lelis (Italia 1550-1614), Patrono de los enfermos y de todas las personas que los asisten y cuidan, nos ayuda a profundizar en nuestro servicio y atención a los enfermos. “Cada uno mire al pobre como a la persona misma del Señor”. “Procuren tratar a los enfermos con mansedumbre, con bondad, con cariño y no de malas maneras ni con brusquedad, teniendo en cuenta las palabras de Jesús: Lo que hagáis al más pequeño de estos mis hermanos, a mi me lo hacéis” (Mateo 25). “Los enfermos son la pupila y el corazón de Dios”, “ellos nos harán ver un día su rostro”.”Con los enfermos se necesita un gran espíritu de paciencia y mucha caridad; es necesario no perder nunca de vista a Dios sino contemplar al Creador en la criatura”. “Servid, consolad y cuidad a los enfermos sin distinción de personas, porque así lo quiere Jesucristo”, “Id con mayor prontitud a los más pobres y necesitados”.”La caridad tiene que ser practicada de buena gana y con corazón generoso. Hermano mío, te encomiendo el patrimonio de Cristo, sé diligente en enriquecer tu alma mientras tienes tiempo y ocasión”. Si un enfermo le daba las gracias, Camilo se confundía y decía: “Hermano, soy yo el que debe agradecer la buena ocasión que me has dado, y por eso da gracias a Dios y no a mí”.Ningún enfermo era fastidioso para él, se acercaba a cada uno y no le dejaba hasta no haber contentado plenamente sus necesidades y deseos.
Camilo de Lellis nace en Buquianico, Italia el 25 de mayo de 1550, de Camila y Juan de Lellis. Ellos habían contraído matrimonio en 1526. Juan pertenecía a la estirpe de los Le-llis, era capitán de infantería: de profesión mercenario. Camila había contraído nupcias con un hombre que, por desgracia, se había casado sobre todo con la guerra.
Juan, ausente de casa, delegó de buena gana en su mujer la tarea de educar a su hijo. El jovencito hacía caso omiso de su madre olímpicamente. Camilo pierde a la mamá a los 13 años.
Progresivamente se envició en los juegos de azar. Un dato positivo: el muchacho tenía corazón y lo manifestaba cuando se encontraba ante mendigos y peregrinos. Algo que le quedó de su madre. Juan, muy a pesar suyo, tuvo que admitir que al hijo, de 18 años, podía enseñarle únicamente la asignatura en la que él era experto: la de las armas.
En 1570 los turcos conquistan Chipre. Se ordenaron alistamiento. El veterano Juan de Lellis sintió que hervía su sangre de guerrero. Aunque contaba con 70 años, no vaciló en partir escoltado por su hijo y dos sobrinos. En el camino… comenzó a notar un grave malestar. En Ancona sintió por todo el cuerpo escalofríos de la fiebre. Muere enseguida.
De vuelta a casa, Camilo lleva consigo dolor, soledad, numerosos defectos y desorientación que no quiere afrontar. Los males normalmente vienen en serie. En Ancona, a la vez que el padre se había puesto enfermo, también él. Se sentía acometido por una fiebrecilla fastidiosa que le había de-jado una extraña torpeza. Pero su atención debería concentrarse muy pronto, ansiosamente, en una llaga que le había aparecido en el pié derecho.
El 7 de marzo de 1571, Camilo se halla en Roma y se presenta en el hospital de Santiago de los Incurables. Se somete a una larga y penosa cura en el hospital. Camilo sale del hospital dejando mala impresión. Se le diagnosticó otra enfermedad, además de la llaga: se le reconoce afectado por una “grave testarudez”, enfermedad también incurable. En suma, en el hospital de Santiago, se granjea una potente poco envidiable fama de litigioso, turbulento, holgazán…Lleva consigo sus numerosos defectos que lo hacen indeseable. En ciertos momentos él también siente disgusto por ellos. Pero por ahora no tiene cosa mejor para enmascarar la propia soledad y la propia desorientación
La llaga es el elemento que le hará nacer de nuevo. Dios no la considera incompatible con su proyecto. No tendrá necesidad de tropezar con los enfermos, de descubrir a los pobres. Camilo tropezará con la propia enfermedad, descubrirá la propia pobreza. La llaga nunca se curará, pero provocará “la curación” de su propietario.
Camilo, con casi 25 años, busca nuevas aventuras. Gana alguna fortuna, que perderá en el juego y de nuevo empeñará sus útiles de guerra, hasta la espada de los Lellis.
Camilo, una vez convertido, pasa de la esclavitud del juego, de una vida vacía, al servicio del único Señor a quien ve en la persona de los pobres. Convirtiéndose al verdadero conocimiento de Dios y poniéndose al verdadero servicio del hombre, en la es-cuela del buen Samaritano, Camilo se siente desafiado por tal situación y se volcó en cuerpo y alma a servir a los enfermos reconociendo en ellos las personas más necesitadas y abandonadas, más lejanas, y solas en su desagracia. Pero una noche luminosa, mientras atendía él solo el llamado de los más graves, comprendió que sería imposible conseguir que otros hicieran lo que él, sino tuvieran su visión.
Pronto encontró a cinco hombres piadosos y de bien que pensaban como él y que trabajaban en el mismo hospital, pero aislados, machacados por la indiferencia y el individualismo general:
Bernardino Porcino: ropero
Curcio Lodi: despensero
Ludovico Aldobelli: farmacéutico
Benigno Sauri: enfermero
P. Francisco Profeta: capellán
En un oratorio improvisado, reunidos en torno a Cristo crucificado y a su Palabra, descubrieron su fuerza y en seguida se pusieron a trabajar con entusiasmo y esperanza.
El programa de estos primeros voluntarios estaba fijado en lo que camilo estableció:
Servir a los enfermos por amor de Dios
Gratuitamente
Con la ternura que suelen tener las madres hacia un su único hijo enfermo
Viendo en el pobre y enfermo a la persona del Señor
Dejándose guiar por la sugestión del Espíritu Santo
Con el máximo respeto a la decisión del paciente
En pleno agosto en Roma, entre los hedores de los enfermos del hospital, en la fiesta de María, el Espíritu Santo fue generoso con Camilo y con los enfermos.
El fundamento teológico es bien sólido: en el enfermo está presente Cristo.”Estaba enfermo, y me visitaron” (Mt. 25,26). “Siempre que hicieron alguna de estas cosas a uno solo de estos mis hermanos más pequeños, lo hicieron conmigo” (Mt. 25,40)
Camilo encuentra la fuente de su espiritualidad en la presencia de Cristo en el enfermo y en sí mismo, mientras presta su servicio al enfermo en nombre de Cristo. Hay como 4 momentos en esta experiencia mística:
1. La identidad de Camilo con Cristo misericordioso, en cuyo nombre actúa.
2. La visión y el reconocimiento de la persona de Cristo en el enfermo.
3. La fuerza inspiradora: servir como lo haría Cristo, como “nos” lo haría Cristo.
4. El servicio prestado al enfermo se convierte en “oración”
Camilo muere en Roma el 14 de julio de 1614.
Extracto del libro: “San Camilo, con los que sufren”. De Mateo Bautista, sacerdote camiliano
Camilo de Lellis nace en Buquianico, Italia el 25 de mayo de 1550, de Camila y Juan de Lellis. Ellos habían contraído matrimonio en 1526. Juan pertenecía a la estirpe de los Le-llis, era capitán de infantería: de profesión mercenario. Camila había contraído nupcias con un hombre que, por desgracia, se había casado sobre todo con la guerra.
Juan, ausente de casa, delegó de buena gana en su mujer la tarea de educar a su hijo. El jovencito hacía caso omiso de su madre olímpicamente. Camilo pierde a la mamá a los 13 años.
Progresivamente se envició en los juegos de azar. Un dato positivo: el muchacho tenía corazón y lo manifestaba cuando se encontraba ante mendigos y peregrinos. Algo que le quedó de su madre. Juan, muy a pesar suyo, tuvo que admitir que al hijo, de 18 años, podía enseñarle únicamente la asignatura en la que él era experto: la de las armas.
En 1570 los turcos conquistan Chipre. Se ordenaron alistamiento. El veterano Juan de Lellis sintió que hervía su sangre de guerrero. Aunque contaba con 70 años, no vaciló en partir escoltado por su hijo y dos sobrinos. En el camino… comenzó a notar un grave malestar. En Ancona sintió por todo el cuerpo escalofríos de la fiebre. Muere enseguida.
De vuelta a casa, Camilo lleva consigo dolor, soledad, numerosos defectos y desorientación que no quiere afrontar. Los males normalmente vienen en serie. En Ancona, a la vez que el padre se había puesto enfermo, también él. Se sentía acometido por una fiebrecilla fastidiosa que le había de-jado una extraña torpeza. Pero su atención debería concentrarse muy pronto, ansiosamente, en una llaga que le había aparecido en el pié derecho.
El 7 de marzo de 1571, Camilo se halla en Roma y se presenta en el hospital de Santiago de los Incurables. Se somete a una larga y penosa cura en el hospital. Camilo sale del hospital dejando mala impresión. Se le diagnosticó otra enfermedad, además de la llaga: se le reconoce afectado por una “grave testarudez”, enfermedad también incurable. En suma, en el hospital de Santiago, se granjea una potente poco envidiable fama de litigioso, turbulento, holgazán…Lleva consigo sus numerosos defectos que lo hacen indeseable. En ciertos momentos él también siente disgusto por ellos. Pero por ahora no tiene cosa mejor para enmascarar la propia soledad y la propia desorientación
La llaga es el elemento que le hará nacer de nuevo. Dios no la considera incompatible con su proyecto. No tendrá necesidad de tropezar con los enfermos, de descubrir a los pobres. Camilo tropezará con la propia enfermedad, descubrirá la propia pobreza. La llaga nunca se curará, pero provocará “la curación” de su propietario.
Camilo, con casi 25 años, busca nuevas aventuras. Gana alguna fortuna, que perderá en el juego y de nuevo empeñará sus útiles de guerra, hasta la espada de los Lellis.
Camilo, una vez convertido, pasa de la esclavitud del juego, de una vida vacía, al servicio del único Señor a quien ve en la persona de los pobres. Convirtiéndose al verdadero conocimiento de Dios y poniéndose al verdadero servicio del hombre, en la es-cuela del buen Samaritano, Camilo se siente desafiado por tal situación y se volcó en cuerpo y alma a servir a los enfermos reconociendo en ellos las personas más necesitadas y abandonadas, más lejanas, y solas en su desagracia. Pero una noche luminosa, mientras atendía él solo el llamado de los más graves, comprendió que sería imposible conseguir que otros hicieran lo que él, sino tuvieran su visión.
Pronto encontró a cinco hombres piadosos y de bien que pensaban como él y que trabajaban en el mismo hospital, pero aislados, machacados por la indiferencia y el individualismo general:
Bernardino Porcino: ropero
Curcio Lodi: despensero
Ludovico Aldobelli: farmacéutico
Benigno Sauri: enfermero
P. Francisco Profeta: capellán
En un oratorio improvisado, reunidos en torno a Cristo crucificado y a su Palabra, descubrieron su fuerza y en seguida se pusieron a trabajar con entusiasmo y esperanza.
El programa de estos primeros voluntarios estaba fijado en lo que camilo estableció:
Servir a los enfermos por amor de Dios
Gratuitamente
Con la ternura que suelen tener las madres hacia un su único hijo enfermo
Viendo en el pobre y enfermo a la persona del Señor
Dejándose guiar por la sugestión del Espíritu Santo
Con el máximo respeto a la decisión del paciente
En pleno agosto en Roma, entre los hedores de los enfermos del hospital, en la fiesta de María, el Espíritu Santo fue generoso con Camilo y con los enfermos.
El fundamento teológico es bien sólido: en el enfermo está presente Cristo.”Estaba enfermo, y me visitaron” (Mt. 25,26). “Siempre que hicieron alguna de estas cosas a uno solo de estos mis hermanos más pequeños, lo hicieron conmigo” (Mt. 25,40)
Camilo encuentra la fuente de su espiritualidad en la presencia de Cristo en el enfermo y en sí mismo, mientras presta su servicio al enfermo en nombre de Cristo. Hay como 4 momentos en esta experiencia mística:
1. La identidad de Camilo con Cristo misericordioso, en cuyo nombre actúa.
2. La visión y el reconocimiento de la persona de Cristo en el enfermo.
3. La fuerza inspiradora: servir como lo haría Cristo, como “nos” lo haría Cristo.
4. El servicio prestado al enfermo se convierte en “oración”
Camilo muere en Roma el 14 de julio de 1614.
Extracto del libro: “San Camilo, con los que sufren”. De Mateo Bautista, sacerdote camiliano
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