19 de marzo, Solemnidad de San José.


En este tiempo de cuaresma, se nos da el regalo de celebrar en nuestra Iglesia, esta solemnidad del padre adoptivo de Jesús.
Ya desde el siglo IV en Oriente, se comenzó a venerar la figura de este santo, que con el tiempo, allí por 1870, fue declarado Patrono Universal de la Iglesia.
Mucho no conocemos de su vida. Los Evangelios apenas lo recuerdan. Pero precisamente eso es lo que hace a una persona más grande: la importancia del silencio para servir a Dios.
Ya de por sí esto es lo más grande: el servicio; sin olvidarnos que el nombre de José proviene del hebreo que significa “el que crece o va en aumento”.
Crece por su sencillez, por su amor filial a María, luego de la duda por un embarazo misterioso, por su trabajo de carpintero, por su oración mental, sin recurrir a muchas palabras, por su paciencia en el sufrimiento huyendo a Egipto para no caer su familia en manos de Herodes.
Creciendo él, robusteciendo su fe y mostrando madurez de hombre de Dios, va creciendo la Iglesia, la primera comunidad cristiana que dirige en Nazareth.
Va creciendo la Iglesia hoy, cuando veneramos estas figuras, como la de José, que nos van enseñando el verdadero camino de conversión. ¿Cuál fue?: el de seguir adelante a pesar de las dificultades.
En la vida los problemas existen, son reales. Perdemos un trabajo, perdemos seres queridos, muchas veces perdemos la salud, también el horizonte y el verdadero valor de las cosas, hasta que perdemos la vida.
Por todo esto, acerquémonos a San José, a su vida, pidiéndole en la oración, que siga intercediendo por nuestra gran familia que es la Iglesia, cada una de nuestras comunidades. Serán más misioneras si descubrimos estos ejemplos a seguir.
Que el Esposo castísimo de María, el padre de Jesús en la tierra, el patrono universal de la Iglesia y de las vocaciones sacerdotales, sea, en este mundo bastante descristianizado, intercesor ante Dios por nuestras necesidades materiales y espirituales. José sufrió privaciones en todo. Dios lo premió con grandes dones. Esperemos con fe las promesas que el Padre nos hizo a cada uno. Así sea.

P. Dante De Sanzzi
Dir. OMP Argentina

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