Intención
misionera de marzo.
Comentario del P. Dante De Sanzzi
(Dir. OMP Argentina)
La intención
misionera de este mes es rezar para que los obispos, los sacerdotes y los
diáconos, no pierdan el fervor misionero en su ministerio.
Es
interesante, en estos tiempos, lo que nos propone la Santa Sede para vivir,
todos los cristianos, una espiritualidad misionera pidiendo a los consagrados
de Dios, que sean hombres portadores de la Buena Noticia.
Este es el
mes que vivimos en plenitud la Cuaresma. Y nos prepara para la gran solemnidad
de la Pascua del Señor.
Una de las
más grandes tentaciones del presbítero es el desánimo. El desafío es
recomponerse, darse ánimo, y salir al cruce de la vida.
Debemos
entender que si Dios Padre, en su infinita misericordia, ha puesto en nuestros
corazones el deseo de estar bien, es necesario que ese deseo se realice.
En más de
una oportunidad los grandes santos misioneros encontraron su tarea pastoral
“insoportable”. ¿Cuál es el significado de este término?, sin dudas la falta de
fe de muchos miembros del Pueblo de Dios, la incomprensión, la insensibilidad,
la poca disponibilidad a la escucha de la Palabra, las enfermedades y las
privaciones. Todo por Cristo y su Iglesia.
¿Cómo se
sale de esta crisis?; una respuesta es: con el deseo de ser santos, amando a
Dios tanto como se pueda y conforme al evangelio, poniendo buena voluntad,
estando abierto a la Gracia….
Para todo
este estado de vida no es necesaria tanta preparación, ni tantos medios para el
estudio. Hay que poner empeño, tener fe, dejar actuar al Espíritu Santo,
silencio y meditación; cualidades que nos puede enseñar Teresita de Lisieux,
patrona de las misiones.
Muchos
consagrados se encierran en rutinas, falta de confianza, tibiezas, mal humor.
Lejos nos dejan estas actitudes de mostrar que somos misioneros. Los hermanos,
¿Cómo van a creer si nadie les predica?; inquietud del apóstol Pablo en su
ministerio.
Pidamos al
Señor una cuaresma misionera, renunciando a nuestras pasiones y desórdenes,
preparar nuestro corazón para la Pascua, contagiar la alegría desde la misión
de todos los días, y creer en los misterios desconfiando un poco de nuestros
criterios, muchas veces alejados de Dios. Así sea.
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