Estamos
a las puertas de recibir un nuevo Pastor en la Cátedra de Pedro, y es
importante remarcar que ejerce su autoridad sobre las Obras Misionales
Pontificias a través de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos,
a decir del Decreto Ad- Gentes del Concilio Vaticano II.
¿Qué
reflexión podemos hacer a partir de esta realidad?: la importancia de las
misiones, que deben surgir a partir del Papa y su interés hacia la
evangelización del mundo.
A
lo largo de la historia, la Iglesia fue marcando el camino a transitar: el de
llevar el Evangelio a toda criatura.
“Tú
eres Pedro, y sobre esta Piedra edificaré mi Iglesia”. El Señor Jesús nos deja
algunas enseñanzas a partir de esta aseveración: elige un hombre, una persona,
un discípulo, para continuar su obra; no es perfecto ni mucho menos, ya que la
perfección es solo de Dios; la piedra es la base, el sostén, del cual no
podemos prescindir, ya que todo el fundamento se vendría abajo; y nombra la
Iglesia como Madre y Maestra, no solo como institución, para no correr el
riesgo de enmarcarla solo en lo legal, dejando de lado lo primordial: la
espiritualidad y la salvación.
Pedro
debe ser testigo y misionero. Seguir a Dios hasta las últimas consecuencias.
Por eso el texto sagrado nos dice que “lloró amargamente” cuando negó al
Salvador.
Sabe
de misión y de hacer misioneros. Ingresa al templo, casi siempre acompañado por
Juan u otro discípulo del Maestro. La misión de predicar y enseñar se realiza
en comunidad.
Nombra
presbíteros en distintas comunidades, dirige el camino de los primeros obispos
con entrega y dedicación, escucha y acepta a nuevo hijos de Dios, engendrados
desde el amor, como el centurión Cornelio y su familia, a quienes bautiza y
recibe a Saulo a pesar de las miradas sugestivas de algunos de sus íntimos.
Culmina
su maratónica tarea episcopal en Roma. Sufre la muerte como el Señor, aunque no
se reconoce digno, por eso pide terminar en la cruz, la cual no abandona, sino
asume, sabiendo que el dolor redime y la entrega generosa a la misión, salva.
A
partir de su vida y testimonio se cumple la promesa de Jesús: “Las puertas del
infierno no prevalecerán sobre ella”.
El
Sumo Pontífice, como Pedro, sabe que el Espíritu Santo es el gran protagonista
de la misión en el mundo. Una misión que no acaba, sino que persiste hasta el
fin de los tiempos.
Recemos
por el Papa y su gran misión. Roguemos para que con su testimonio contagie el
ardor a una nueva Evangelización que el mundo de hoy, dividido por las guerras
y las discordias, necesita. Que desde las Obras Misionales Pontificias de todo
el mundo podamos colaborar para que sostenga el timón de esta nave, que es la
Iglesia, con alegría, seguridad y fervor. Así sea.
P.
Dante De Sanzzi
Dir. OMP
Argentina
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