Queridos
hermanos: Otro año más en nuestras vidas que tenemos la posibilidad de meditar
el misterio de la Pasión, muerte Y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
Se renueva
la invitación a ir creciendo en la fe; invitación que nos hace Dios Padre de
acercarnos a su Hijo, Dios también hecho hombre para que lo conozcamos, lo
amemos, lo sigamos.
Muchas
sensaciones encierran esta semana. Claro que los sentimientos se ponen en
marcha en las almas capaces de entender este misterio y de creer en él.
El refrán
popular es inconfundible: “Nadie da lo que no tiene”. Si una persona no tiene
fe, difícilmente irradie el amor de Dios en su vida. Dios lo ama igual, pero el
corazón cerrado, duro, difícil de compadecerse por el dolor ajeno, pueda celebrar
el misterio pascual.
Pero Dios
también tiene lugar para estos hijos suyos, ya que Juan en una de sus cartas lo
dejó explícito: “Él nos amó primero, y entregó su vida por nosotros”.
¿Cómo vivir
entonces nosotros nuestra fe y nuestra semana santa en medio de tanto ruido e
incredulidad? Y la mejor respuesta es acrecentando la fe en Aquél que tuvo la
delicadeza y la ternura de amarnos primero y entregar en la cruz su vida para
nuestra salvación. En entender que con la muerte no acaba la vida, sino que nos
conduce a la vida eterna. Qué no es solamente un regalo de la sociedad, del
almanaque o de un calendario civil para disfrutar “el no hacer nada”, “el
feriado largo”, el entregarse sin rumbo a las horas del día sin comprender ni
descubrir que es, en definitiva, la semana más sagrada de la historia, de
nuestra historia.
San Pablo lo
declaró magistralmente: “Cristo, nuestra Pascua (nuestro Paso a la vida
verdadera) ha sido inmolado”. Que no caiga en tierra, sin haber dado sus
frutos, la sangre derramada en la cruz por nuestro Redentor. Y que sintamos, en
ese domingo Santo y Glorioso, su brillante Resurrección.
Resucitemos
también nosotros a una vida nueva. No nos quedemos en el viernes santo; que sea
una antesala a la paz definitiva. Así sea.
Felices Pascuas de Resurrección, les deseamos todos los que hacemos posible desde esta Sede Nacional, que la Iglesia sea más misionera.
Pbro. Dante De Sanzzi
Director de OMP Argentina
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