En este día
la Iglesia celebra la Solemnidad del nacimiento de Juan, el Bautista, llamado
así por el pueblo, ya que bautizaba con agua en el río Jordán preparando la
Venida de Jesús.
De Juan
celebramos hoy su nacimiento y resaltamos también que la liturgia recuerda en
el mes de agosto su martirio; único santo que tiene estas dos conmemoraciones.
Nuestro
Señor manifestó que “entre los nacidos de mujer no ha surgido nadie mayor que
Juan Bautista”. Y en verdad encontramos un hombre de Dios: cabal, fiel,
verdadero, sincero y profundo. Su nacimiento fue de gran importancia para la
Iglesia que está por nacer, fundada por el Salvador y edificada sobre los
apóstoles.
Es el santo
que preparó el camino del Señor. Proclamaba un bautismo para la conversión, el
perdón de los pecados.
Con Juan
vamos descubriendo la persona de Jesús: “Él es el Cordero de Dios que quita el
pecado del mundo”. También la humildad del profeta que clama en el desierto:
“es necesario que Él crezca y yo disminuya”.
El programa
de vida del santo nos enseña como vivir. El Bautista fue, principalmente, un
hombre de oración; le encontró sentido al silencio y la soledad, a tener que
hablar de Dios con o sin oportunidad, a no callar la verdad, a corregir al
descarriado, incluso a costa de su vida, a ser prudente en el vestir y discreto
en el alimento, a no dejarse llevar por los aplausos y los falsos éxitos. Todas
estas, actitudes de un buen misionero. Por eso celebramos con alegría su
nacimiento, por que es “Profeta del Altísimo”.
Que su modo
de vida hasta el día de su martirio nos anime y enseñe, a pesar de la distancia
en el tiempo, a discernir realmente como debemos actuar en nuestra vida de fé.
Muchas veces una cosa se dice y otra se
hace, lamentablemente. Seamos fieles y alegres en nuestra misión de todos los
días. Que san Juan Bautista haga de nosotros, el buen camino para que otros
sigan al Señor. Así sea.
Padre Dante De Sanzzi
Director Nacional.
Ilustración: San Juan Bautista por Leonardo Da Vinci (1513-1516)
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