CORAZÓN DE JESÚS: AMOR SIN FRONTERAS

Sacerdocio de Cristo: señal de la Nueva Alianza


En unas canciones de la misa cantamos: “Danos un corazón grande para amar” titulada “hombres nuevos”, cabe decir que quien ama con grandeza de espíritu se renueva, se edifica como persona. Pero… ¿Cómo medir el corazón de Jesús? Sabemos que en la Biblia cuando se habla del corazón, no se reduce al mero sentimiento ni a la simple dimensión afectiva, sino que define la centralidad de la persona, su núcleo más íntimo donde se integran cuerpo, mente, voluntad, espíritu. Por eso, el Corazón de Jesús manifiesta su carácter sacerdotal, es decir, su entrega sacrificial en la cruz que restablece una Nueva Alianza entre el cielo y la tierra, un culto muy diferente a la antigua alianza, regido por la Ley y a través de ritos convencionales externos, ofreciendo inmolaciones de animales. El culto inaugurado por Cristo es personal y existencial que parte de su corazón. Él es Sacerdote en cuanto mediador de la Nueva Alianza, que consiste en la transformación del corazón, movido por el AMOR en obediencia al Padre por la redención del mundo. El corazón de Jesús fue extremadamente generoso, pues sufrió las circunstancias más contrarias para hacer sobreabundar el amor.


Corazón sacerdotal: manso y humilde
Sabemos que todos los bautizados participamos del sacerdocio de Cristo pero con mayor rigor se enfatiza a través del sacramento del Orden Sagrado, participando en la identidad de Cristo como Cabeza y Pastor del pueblo confiado por Dios. Tanto obispos como presbíteros y diáconos deben estar unidos al corazón de Cristo en sus dos disposiciones fundamentales: la docilidad hacia Dios Padre y la misericordia hacia los hombres, por lo que exige de los sacerdotes un corazón filial hacia el Padre y un corazón fraterno hacia las personas. Recordamos estas dos cualidades esenciales cuando Jesús define su propio corazón como manso y humilde (Mt 11,29). Un corazón humilde, esto es, dócil a Dios, filial, hasta la obediencia de la cruz y un corazón manso, esto es, fraterno y misericordioso.
Getsemaní y Eucaristía
El inmenso corazón de Jesús capaz de “darse de cuerpo entero” se manifestó como “Hijo” en su entrega a la voluntad del Padre en aquella noche del Huerto, y como “Hermano” de los hombres en la Institución de la Eucaristía. Jesús quiso unir a los apóstoles en estas dos relaciones fundamentales del corazón: les invita hacer la voluntad del Padre (Jn 5,30; 6,38) en actitud de completa docilidad, a vigilar en adoración aquella noche en Getsemaní (Mt 26, 42) compartiendo la prueba de mayor fidelidad y amor que Jesús soporta. Por otra parte, Jesús quiso unir a los apóstoles a su corazón en la misericordia hacia los pecadores (cf. Mt 9,9.11-13) parafraseando al profeta Oseas: “prefiero misericordia y no sacrificios”. Así los apóstoles son asociados al movimiento de misericordia del corazón de Cristo, expresado en el memorial de la Eucaristía, ya que el sacramento eucarístico es el don más extraordinario del Corazón de Jesús.
 Alegoría del Sagrado Corazón de Jesús y la Sma. Trinidad; Fray Miguel de Herrera, México (1696-1765)


Ø  Nos preguntamos:
·         ¿Practico mi entrega como pura obligación externa (rito externo) o nace de un corazón amoroso?
·   ¿Vivo mi condición bautismal, ligado al sacerdocio de Cristo, tornándome una mediación humilde y misericordiosa entre Dios y los pueblos más necesitados?
·    ¿Descubro en el servicio a las OMP, a la OSPA, un modo de responder como hijo/a de Dios y como hermano/a de los misioneros y de otros pueblos o culturas?

P. Daniel Lascano
Secretario Nac. OSPA



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