Celebramos en esta fecha la memoria del
este gran Padre de los monjes, san Benito.
Nacido hacia el año 480, recién en el
530, ya maduro, comienza a vivir y mostrar la Regla y forma de vida que Dios le
hace descubrir para llevar un mensaje de salvación a los pueblos y las gentes
de Italia y luego de toda Europa, donde se lo venera como su Patrono.
“No anteponer nada a Dios” es una de las
consignas de Benito que deja a sus primeros seguidores y luego nos llega por
medio de escritos y pensamientos del santo. En primer lugar es ocuparnos de
servir al Padre en todas nuestras empresas. San Benito nos enseña que debemos
servir a Dios en nuestros ambientes.
“Rezar y trabajar” es otra de sus
enseñanzas. El cristiano debe cumplir con una de estas tareas sin abandonar la
otra. También es un arma de lucha contra el mal. Sabemos que el demonio actúa,
entonces trabajando y orando quitamos el aburrimiento, los malos comentarios y
la pérdida de tiempo.
Este gran Padre de los monasterios
conoció la tentación. Y nos explica como expulsar los malos espíritus: “La
Santa Cruz sea mi luz, no sea el demonio mi guia; retírate satanás, no me
aconsejes cosas malas, son malas cosas que brindas; bebe tú esos venenos”.
Con esta oración es considerado el gran
hombre de Dios que nos acompaña en las angustias de todos los dias.
Recemos a Dios, venzamos la tristeza, el
desánimo y las malas costumbres; unamos a sus pensamientos el pedido del
apóstol Pablo: “Las malas compañias corrompen las buenas costumbres”. Hagámonos
eco de estas enseñanzas. Así sea.
Director Nacional OMP
San
Benito de Nursia (c. 480-543), de un detalle del fresco de Fra Angelico,
Basílica de San Marco, Florencia (c. 1400-1455)
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