La elocuencia de los misioneros

"Testigos de la fe... hasta la muerte" fue el tema central de la 66 Semana de Misionología que se realizó en Burgos, España y que tuvo como objetivo ofrecer un ámbito de reflexión sobre la actividad misionera de la Iglesia a través de los misioneros que se entregan de por vida.


Ayer en una de las conferencias finales intervino el Director Nacional de Obras Misionales Pontificias de aquél país, Anastasio Gil, quien a través de la voz de los mismos misioneros, recogida en sus cartas, testimonios y comunicaciones, el director nacional de OMP presentaba “tantas vidas escondidas y anónimas que permanecen en la penumbra de la Evangelización, que son desconocidas porque no han realizado aparentemente acciones relevantes, y sin embargo están dejando una huella de amor en los caminos de la misión”.
La introducción de su intervención – la misión, fruto de una fe viva – era también la clave de interpretación de la vida de los misioneros. Pasaba después a exponer la “elocuencia” de los misioneros en tres aspectos centrales de sus vidas: el haber sido llamados por Dios – “hablar de un misionero es hablar de una persona que es llamada personalmente por Dios” –, el vivir como discípulos del Maestro – de ahí la presencia de la cruz en sus vidas - , el ser testigos de la fe, “en nuestra vida misionera no tenemos que ser protagonistas del Evangelio, sino que el Evangelio es el testimonio de Jesús”, frase del misionero Luis Arcos, desde el Congo.
Todo lo cual, explicaba Anastasio Gil, lo ponen los misioneros al servicio de la Evangelización, mediante el anuncio de la Palabra, la celebración de la fe y el servicio de la caridad.

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