“Transfigurarse
como niños”
Cuando estuve
en Angola me ocurrió algo muy curioso y sorprendente, aunque siendo un episodio
triste me llegó a deslumbrar, les narro la historia:
Estando en los
quintales del Seminario de Malanje (Angola) - frecuentemente “invadido” por
personas ajenas a la casa de formación, por vecinos, a fin de arrancar de los
árboles unos mangos o llevarse alguna cabra que anduviera pastando por ahí -
consigo ver en los fondos del terreno unas
“cabecitas negras” a la altura del pozo donde arrojábamos la basura.
Cuando me aproximo – con cierta desconfianza – tropiezo con cuatro niños entre
9 y 11 años que se encontraban revolviendo ese basural, me resultaba extraño
esa “movida” ya que no era frecuente, no se desperdicia comida cuando hay
animales por mantener o son muchos los estómagos de la familia por atender…Por
mi parte seguía perplejo y ávido de conocer qué hacían estos niños en aquel
lugar nauseabundo y con riesgos de infección. Cuando más me acerco, ellos me
observan asustados. Nuestras miradas se cruzan con cierta tensión. Y les
pregunto: - Niños… ¿Qué andan haciendo
allí?... Uno de ellos, el mayor de todo el grupo responde: - ¡Buscamos latas! En aquél momento me
sospechaba que les enviaban los mayores para recolectar material reciclable,
para vender, exponiendo la salud de los chicos; también pesaba sobre mí otras
sospechas, para nada virtuosas, que se enmascaraban en aquel argumento.
Entonces quise saber un poco más el motivo de este operativo, les pregunto con
un tono irritante: - ¿Y para qué quieren
las latas? Y el mismo cabecilla de grupo me expresa con aquella
espontaneidad que no da lugar a ninguna duda: “Padre… sólo para jugar”. Mi rostro se transfiguró, mezcla de
tristeza y de ternura, de sentirme totalmente interpelado por aquella escena.
De aquí, los invito a reflexionar este episodio a la luz del Monte Tabor, donde
Jesús se transfiguró ante los discípulos (Lc
9,28-36):
·
“Vengan, subamos al monte…”: es el
Señor quien nos moviliza, nos invita a salir de la comodidad para “llegar a la
periferia”, allí donde no sabemos qué va a ocurrir, no controlamos la zona ni
advertimos cómo vamos a reaccionar. Simplemente nos dice: “Vengan y vean”… Y
allí me encontré con este grupo de niños dentro del basural.
-
Actitud transfiguradora: ensanchar
los espacios vitales – salir de sí mismo
“LANZARSE A OTROS CAMPOS
YA QUE EL SEÑOR LLAMA”
·
“Su rostro cambió y sus túnicas resplandecían…”: aunque sus ropas eran gastadas y sucias, lo que resplandecían eran
sus “ojos expectantes” en la búsqueda del brillo de las latas, sus “manos
operantes” removiendo bolsas y cartones y a cada lata le colocaban un hilo,
simulando un carrito, también sorprendían sus “voces brillantes” en actitud de
sumar a la exploración, en coordinación mutua y sentido de equipo. Ciertamente
no importaba que sus ropas no brillasen… porque lo que daba luminosidad era la
“aventura comunitaria del propio juego”.
-
Actitud transfiguradora: “aventurarse
con otros – jugarse de cuerpo entero”
“ASUMIR CON ILUSIÓN Y CREATIVIDAD LA MISIÓN CON
OTROS”
·
“Qué bien estamos aquí”: sin lugar a
dudas, muchos sueños se juntaban en aquel basural: “aquí en este lugar está
contenido nuestro tesoro”, estamos bien por recorrer lugares prohibidos sin
dañar a nadie, estamos bien porque se abre una esperanza nueva para entretener
nuestras vidas, aunque la pobreza y el abandono sean el pan de cada día. “Estar
bien” es una lección de estos niños, cuando nos sentimos sumergidos en la
miseria… ellos exploraron al interior del pozo y hallaron recursos para seguir
su juego… ¡que nadie les podrá quitar!.
Actitud transfiguradora: rescatar los tesoros escondidos en el barro
– disfrute
“DAR DESDE LA POBREZA, EN EL ARTE DEL COMPARTIR SUEÑOS”
·
“Este es mi Hijo muy amado… escúchenlo”: es el momento revelador por excelencia. En aquellos chicos Dios se
comunica con una clarividencia total: “Ámalos y escúchalos”. El amor que
expresan es el reflejo del creativo amor de Dios que condecora la vida de los
pobres, los humildes. Es el amor que pide compasión y ternura, respeto y
benevolencia, sorpresa y admiración. Por eso debemos dar atención y escucha, ya
que ellos nos invitan a ser solidarios, a “formar parte de su juego”, no sólo
para cumplir, sino para soñar de manera diferente el vínculo con la realidad de
los más necesitados.
Actitud transfiguradora: acoger
la voz de los humildes que recrea la propia vida – “hacer propio” el juego de
los pequeños.
“SENTIR LAS IGLESIAS MÁS
CARENCIADAS COMO PROPIAS Y AYUDARLAS”
En esta Fiesta
de la Transfiguración, hagamos esta experiencia de sorprendernos ante los niños
porque ellos son los que mejor “RECREAN” las alegrías de Dios, en sus mismas
búsquedas, torpezas y sueños. ¡Gracias, chicos! No busquemos sólo “figurar”
cuando ayudamos… intentemos ser “transfigurados en el Señor” que nos ama, nos
llama y nos envía en misión.
P. Daniel Alberto
Lascano
Secr. Nac. OSPA
Cala hondo el testimonio que nos compartió Padre. quiera Dios cada día busquemos la sencilles del niño interior y de a poco con esta actitud ir trasformando nuestros diversos lugares de misión.Rezo por su Apostolado y Ruego a MARIA MADRE, nos enseñe de su ternura de madre.
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