Los misioneros en comunión

Por este medio los misioneros nos vamos comunicando e informando de tareas que se realizan y de los proyectos que vamos pensando, a la vez de ir teniendo un espacio de reflexión y espiritualidad.
Descubrimos que la misión es lo esencial de la Iglesia, que es su corazón, que es el envío de Jesús.
Que existen las Obras Misionales Pontificias como institución y centro formativo para la evangelización, también lo tenemos bastante claro; y que vamos conociendo este camino, aunque despacio, pero seguro, ante la necesidad de seguir sirviendo con alegría en nuestros ambientes.

Subimos al facebook, reenviamos mails, chateamos. No es tanto mi caso ya que no soy un erudito en esta materia. Pero sé y conozco que estos medios nos van manteniendo comunicados.
Ahora me introduzco en la duda de si en verdad los misioneros estamos unidos y caminamos todos el mismo camino. ¿Cuál es nuestra ruta? Se oye por ahí que se cae en el error de ciertos grupos o animadores misioneros que van “haciendo la suya”, sin escuchar a Dios, sin compartir con otros, e inclusive ir viviendo un espíritu de discordia y división.

“Nuestro grupo no le interesa a nadie”; “el Padre atiende más a ellos que a nosotros”; “nuestro parecer no cuenta”, y todas estas posturas que están muy lejos del ideal misionero del Padre.
En el Evangelio de Lucas, Jesús va percibiendo que “discutían entre ellos de quién era el mayor”, es decir, el más grande, el más importante ( Lc 9, 46-47); Y EL Señor puso en medio de los discípulos a unos niños.
Ser como niños. El Espíritu de celos y envidia, del que no estamos libres, nos hacen perder el horizonte. Nadie es mejor misionero que el otro solo porque “caminó más” o tiene más años en esto. Gravísimo error. El consagrado no es más que los demás por ser consagrado. El poder es servicio. Ni el que misionó más allá de sus fronteras es más que el que no lo hizo: debe mostrar que el Señor le regaló la posibilidad de dar parte de su vida con generosidad y no debe arrogarse este honor.

El más pequeño en la misión, es el más grande en el Reino de los cielos. La cruz pesa cada día, y están los misioneros que saben cargarla con alegría. En otros es fastidio y competencia, ya que no conciben vivir sin el “aplauso humano”.
Que nuestro andar misionero y nuestras palabras que muchas veces desnudan nuestras “grandes gestas misioneras” se traduzcan en servicio, y que bueno sería que el Señor encuentre a sus misioneros en estado permanente de misión, es decir, siguiendo todos el mismo ideal. Así sea.


Padre Dante De Sanzzi

Director de OMP Argentina

Comentarios