Queridos
animadores:
Seguimos
transitando el mes de las misiones, mes en que con más fuerza, ponemos en
corazón en las misiones y en los misioneros. Pensaba en las formas de colaborar
con la misión: la cooperación
espiritual, material y de servicios misioneros, que está bien representada con el lema de este año: “
Vas, enviás o ayudás a enviar” y me quedaba
rumeando en el corazón el tema de la cooperación espiritual, de la oración.
Unida
a la liturgia de la Misa del domingo 20, quería compartir una reflexión acerca
de la oración, que el Señor nos motiva tan maravillosamente desde las lecturas.
La
oración es el aire vital de nuestra vida espiritual, es la fuerza de todo
misionero, ya que en ella nos encontramos con Jesús a quien compartimos en la misión,
en el servicio al hermano. Es el alimento que, junto a la Eucaristía y la
Palabra nos da fuerzas para nuestro camino de misioneros de Jesús.
En
el Evangelio (Lc 18, 1-8), Jesús nos da
la clave: es necesario ORAR, SIEMPRE, sin desanimarse. Jesús nos habla
de que en nuestra vida habrá dificultades y que el desánimo, la cruz están
presente. Pero es necesario orar siempre, estar, permanecer con Jesús. La
oración será la fuerza para vencer todo obstáculo, toda acción del demonio que
quiere alejarnos de Jesús….Debemos orar siempre, no descuidar la oración, darle
calidad. Debemos estar atentos al Señor que espera nuestro momento de intimidad
con El.
En
la 1era lectura ( Ex. 17, 8-13) Dios nos dice que, con nuestra oración venceremos todas las batallas del enemigo,
del demonio. El levantar los brazos de Moisés, es símbolo del orar
incesantemente, de estar abiertos y de
cara a Dios pidiendo por nosotros, para que seamos todos de Dios. Y a veces en las batallas de la vida, nos
cansamos, dejamos lugar al demonio,
bajamos los brazos. Pero hay hermanos nuestros (como Aaron y Jur) que sostienen nuestros brazos y nos ayudan
desde su oración, a que podamos vencer
todas las batallas del mal….Pidamos siempre por nuestros hermanos y pidamos
siempre a nuestros hermanos que recen por nosotros.
Nuestra
oración tiene que ser estar con Jesús,
agradecer por su presencia, dejarnos amar por El más que pedirle cosas, porque
a veces lo que pedimos no son las cosas que Dios quiere o no es el tiempo de
Dios y al no llegar, podemos sentirnos desilusionados y frustrados. Debemos ir
haciendo de nuestra oración un trato de amistad, alianza y encuentro con Dios
que solo quiere que estemos a su lado y que nos dejemos amar por El y desde
allí, compartir este amor con los hermanos en el servicio misionero.
Que
en este mes, podamos profundizar y
ahondar en nuestra oración, que a través de ella llevemos la presencia de Dios
a tantos hermanos que no lo conocen y
que hagamos vida las palabras del Papa
Francisco: “Pidamos sin cesar, oremos sin desfallecer, y adoremos para que nos
transfigure la mirada”
De los niños
y adolescentes del mundo. ¡SIEMPRE AMIGOS!
Hna. Marcela Davies
Sec. Nac. IAM
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