Testimonios del 32° Curso de Misionología



“Invitados a creer en la fuerza transformadora del Evangelio”, con este lema dimos inicio al 32° curso de misionología del Centro de Misionología “Juan Pablo II” de la OMP Argentina, agentes de pastoral provenientes de diversos países del Cono Sur de América: Argentina, Uruguay, Brasil, Colombia, Venezuela y una hermana de Indonesia.
Este año el curso tiene la particularidad de contar con una materia nueva “Evagelii Gaudium” en el cual estudiamos en profundidad esta Exhortación Apostólica de nuestro Papa Francisco. La misma, que fija las líneas a seguir en los próximos años de su pontificado, tiene una gran impronta misionera, por lo que nos alienta fundamentalmente a quienes somos misioneros y propone a toda la Iglesia a adoptar un estilo pastoral misionero, tomando el legado de las primeras comunidades cristiana y del gran apóstol misionero Pablo.
Como testimonios rescatamos de los participantes la invitación del Santo Padre a dejarnos transformar para poder transformar nuestras realidades a través de la misión. Somos discípulos-misioneros, los dos, así unidos, no discípulos y misioneros, lo que nos señala la dimensión contemplativa de nuestra actividad misionera, que muchas veces tiende a volverse totalmente activa, cayendo en un activismo que no tiene un fundamento sólido: anunciamos a Jesús, pero no nos tomamos tiempo para “estar con Él”.
Esto no sucede en este espacio de formación, donde tenemos las clases, los talleres, pero por sobre todo momentos de encuentro con Jesús en la oración comunitaria, la adoración a Jesús Sacramentado y la Celebración Eucarística. También está previsto en la segunda semana un espacio de retiro: una tarde en silencio para poder buscar a ese Jesús que siempre nos sale al encuentro.
Estas vivencias inflaman nuestro corazón y nos colma de alegría, una alegría desbordante que nos urge  a ser compartida con los demás, por lo que ya estamos pensando ¿cómo “bajar” esto a nuestras diócesis, a nuestros grupos, a nuestras comunidades?; ¿cómo contagiar a todos este entusiasmo y convicción de que el camino del discipulado de Jesucristo se realiza en la misión, el salir, “abrir las puertas” como insiste constantemente nuestro Papa Francisco?
Ojalá Dios nos dé el coraje de poder sostener estas convicciones a pesar de las dificultades que podamos encontrar en el camino y a no perder el gozo, la alegría que nos da el sabernos amados por un Dios infinito en misericordia que nos “primerea” y elige a pesar de nuestras debilidades, o mejor, con nuestras debilidades, demostrándonos que donde abundó el pecado, sobreabunda la Gracia, e invitándonos a creer en la fuerza transformadora del Evangelio.
 

José Manuel Echavarría


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