Una de las
primeras cosas que debemos saber los cristianos en general, y los que salimos a
misionar en particular, es que la humildad y la caridad van juntas. La humildad
glorifica, la caridad santifica.
Precisamente
humildad y caridad es lo que falta en la sociedad de hoy. No se descarta gente
que hace el bien. Gracias a Dios siempre están. Pero lamentablemente estamos
asistiendo a la pérdida de valores cada vez más rápido. A diario ya podemos
palpar el “suicidio” de una sociedad enferma.
San Pablo
manifestaba que con sus discípulos “anunciamos a Cristo, por eso nos fatigamos
y luchamos con la fuerza de Cristo, que obra en nosotros poderosamente” ( Col
1, 28-29 ).
Es el
dinamismo del amor. La misión requiere dinamismo, estar despierto, no
“dormirse”; es la forma de llevar adelante las dificultades. Si la preocupación
constante es enfrentar cara a cara el mal, es posible que caigamos en
desgracia. Perderemos fuerzas físicas y espirituales. Se vence al mal a fuerza
de hacer el bien, bendiciendo, adorando, no peleando.
Los tiempos
son duros. Siempre fue perseguida la fe, la Iglesia misionera, los que desean hacer el bien.
No es noticia. Pero asistimos a la debacle como comunidad. Peleas, agresión,
mala educación, groserías, esclavitud, robos, atropellos, muerte.
Como
personas de fe, hay que reafirmar que es posible vivir mejor. Esto se logra con
la ayuda de Dios, de manera inteligente y trabajando juntos. Hay que edificar
los cimientos para una nueva sociedad. Volver al Evangelio, que transforma la
persona. Nos tiene que motivar estar cerca de los otros: los sufridos, los
tristes, los pobres, los enfermos, los ancianos. En fin, enseñanza que nos deja
el Señor en el sermón de la
Montaña ( cfr Mt 5 ).
Nada ni
nadie encierra la riqueza del Evangelio, de la Palabra de Dios. Ningún
partido político, ningún programa de televisión, ningún artista ni modelo.
Empezar
nosotros, los que estamos en este camino, es el secreto del cambio. No responder
a una maldición, no encolerizarse, no ser irracional, dejar pasar la tormenta,
enfriar las situaciones calientes, mirar con misericordia, callar en el momento
justo. Seremos bálsamo de Dios. Paciencia, misericordia y mucha oración.
Seremos discípulos misioneros cabales. “Estos demonios solo se vencen con
oración” nos enseña Jesús (Mc 9, 29 ). Aprendamos la lección.
P. Dante De
Sanzzi
@ompargentina
Siempre en nuestros grupos misioneros debe haber un momento de formación en DOCTRINA SOCIAL. Debemos imitar a Cristo en nuestros entornos. Y a su vez formar grandes jóvenes para el día de mañana con los valores cristianos, y formar así una gran Argentina. Saludos!
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