Domingo de Pascua: Resurrección del Señor
La Semana
Santa es el tiempo más importante para nuestra fe. Vivirla intensamente es
nuestro mayor desafío. Vamos contemplando la Pasión de Cristo desde la entrada
a Jerusalén, la preparación de su cruel muerte en la cruz, para llegar a lo más
esperado: la gloria de la Resurrección.
Que Cristo
resucitó es algo que no debemos dejar pasar como si fuese un lindo final de
historia o de película. El sepulcro vacío y la aparición en varias ocasiones a
los discípulos nos hace reflexionar sobre como ir viendo pasar, a nuestro lado,
la salvación día a día.
Se vive
sepulcralmente. En oscuridad y tinieblas; más de una vez nos va ganando la
desesperanza, la angustia, el malhumor, la enfermedad. Jesús nos enseña a salir
de nuestros sepulcros, a resucitar con Él. También se nos aparece, se nos cruza
en el camino, nos invita a andar en su compañía, como a los discípulos de
Emaús.
Resurrección
es vida. Es levantar la cabeza y los corazones; es decir con san Pablo: “¿Quién
me separa del amor de Cristo: el hambre, el peligro, el miedo, la persecución,
la angustia? En todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado; nada
ni nadie nos puede separar del amor de Cristo” ( Rm 8 ).
Por eso
participamos con alegría de la Pascua del Señor. Es nuestra pascua. Recemos y
pongamos nuestra vida en el autor de la Vida. Si nos llamamos creyentes,
actuemos como tal. El gran apóstol misionero nos enseñe a celebrar la vida: “Si
Cristo no resucitó, vana es nuestra fe” ( 1 Cor 15.14 ).
Felices Pascuas
de Resurrección.
P. Dante De Sanzzi
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