Nuestro deber apostólico


Nuestro Señor no se limitó a ofrecer su vida por la salvación de las almas. Dió una ley, fundó una Iglesia, creó un sacerdocio encomendando el cuidado de las almas redimidas por Él, enseñó que para salvarse hay que creer en Él, bautizarse, obedecer al Padre, cumplir los mandamientos, recibir los sacramentos. Y para instruir, bautizar, exhortar, estableció hombres con la orden de ir por todo el mundo, ir siempre, mientras haya ovejas que encarrilar. Jesucristo no puso lugar, límites, pueblos o tiempo.
Por parte de las almas, hay obligación de escuchar al pastor, y de parte de los pastores el deber de ir a buscar, instruir y salvar almas.
Y esta invitación se extiende a toda la Iglesia misionera: los religiosos y los laicos. En algunos casos ( o varios ) separamos la misión del supuesto “deber apostólico”. Tanto algunos pastores del Pueblo de Dios como los fieles laicos, separan la misión de la tarea habitual de la Iglesia: “yo no soy misionero, pertenezco a tal grupo”.

Si no estoy equivocado, aunque para algunos pueda ser que sí, ante los ojos de la mayor parte de los sacerdotes y del pueblo, se ha nublado una elemental y gran verdad: que la primera y fundamental función de la Iglesia es la evangelización del mundo. ¿ con qué fin se fundó la Iglesia? ¿ para que existe si no para extenderse y establecerse en todos los pueblos y así guiarlos a la vida eterna?
Conservar, fortalecer, defender, acrecentar la fe en las almas ya ganadas para Cristo es función fundamental de la Iglesia.

¿ Se puede afirmar que una de las primeras preocupaciones, los mayores esfuerzos del mayor número de cristianos es la evangelización del mundo que aún no es de Jesucristo?; no podemos afirmar esto, reflexionando como se juzga en general el problema misional. ¡ Con cuanta dificultad se viven las misiones! Incluso como se combaten las vocaciones misioneras!
Evidentemente hay algo que no marcha, algún principio se perdió de vista y esto no es de ahora, y se llegó a esta situación: la mayor parte del clero, obispos y sacerdotes y de los fieles laicos, ignora y se despreocupa del problema misional. Hagamos un exámen de conciencia.

P. Dante De Sanzzi



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