Sacerdocio Misionero

El estudio sobre las cosas de Dios, nos enseña que la responsabilidad de las misiones no solo recae en el Papa, sino también en todos los obispos y primordialmente en los sacerdotes que participan del sacerdocio de Cristo. Y este sacerdocio es esencialmente misionero.
La misión de los apóstoles está unida a la misión de Jesús, el gran misionero del Padre. De ahí deriva, a saber por los escritos bíblicos, el énfasis de Pedro, el temperamento de Santiago, el seguimiento sin limites de Juan, la rápida conversión de Mateo, y no dejamos de lado la pasión de Pablo. Aquí descubrimos la vitalidad del apostolado, la fuerza misionera de los primeros discípulos del Señor.



Si en el ministerio sacerdotal falta el celo misional y la bondad para hacerlo práctico y eficaz, falta lo esencial del sacerdocio; falta conciencia misionera.
Algunos creen que alcanza la acción en el púlpito y desde el altar. Y limitarse a trabajar en lo cultural. Se deja el trabajo misionero en la acción, solo a las Obras Misionales Pontificias.

De ahí la indiferencia, la despreocupación de gran parte de católicos, el estado triste de los pobres y de ciertos fieles, la situación deplorable de tantas almas que están cerca nuestro, en la misma familia y en la misma Iglesia. Es el lamentable estado en que hemos caído.

El sacerdote no es solo el maestro de los fieles, ni su ministerio se limita dentro de las paredes del templo o detrás de un escritorio; es, por vocación, el organizador de las fuerzas cristianas que deben favorecer la propagación de la fe.
El sacerdote “es” misionero o solo se “viste” y “trabaja” de sacerdote. Conclusión realista y preocupante, nos guste o no. Los fieles esperan. Mostremos el rostro de Dios.

                                                              P. Dante De Sanzzi


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