La primera comunidad cristiana


La primera comunidad de hermanos la encontramos bastante bien detallada en el Libro de los Hechos, en el capítulo dos, después del suceso de Pentecostés y el gran discurso de Pedro que consiguió no pocos bautismos y mucha gente que se convierte a la nueva religión cristiana.

Es el prototipo de la comunidad ideal. No lo es por ser perfecta, ya que nadie es perfecto, solo Dios. Sabiendo que todos tenemos limitaciones y donde se convive, donde hay comunidad y grupo de gente, siempre habrá diferencias. Esto es inevitable.

Pero cuando decimos “prototipo”, es la sugerencia a vivir el evangelio: acudían a la enseñanza de los apóstoles; se explicaban las Escrituras a los nuevos cristianos; se vivía en comunión, entendiendo la entrega de bienes a la comunidad; en este sentido no se limita a ayuda social o sentimiento de solidaridad, sino como algo lógico; se fraccionaba el pan, evocando la comida judía y el que preside bendice los alimentos, esto en el lenguaje cristiano se refiere al rito eucarístico; se hacían las oraciones en común presidida por los primeros discípulos ( cfr. Hch 2,42).

Había perseverancia, se alababa a Dios y gozaban de simpatía de gran parte del pueblo. Son los ideales que se fueron perdiendo a lo largo del tiempo y que va costando recuperar.

Esta era la misión: vivir con fe, en unión, escuchando la Palabra y enseñanza de los apóstoles, el saber ver la realidad, el “tocar con el corazón”, como lo manifestaba San Agustín.

Ser misionero en la comunidad cristiana es encontrarse con Cristo, es la fe que ve ante la visión del Resucitado, como ocurrió con los apóstoles. Vieron a Jesús resucitado con sus propios ojos y creyeron, es decir, penetraron en la profundidad de lo que veían, y así, confesaban al Hijo de Dios.

Todas estas cosas nos hacen los evangelizadores de hoy: vivir a semejanza de aquellos que vieron y palparon. El apóstol Tomás era el discípulo incrédulo. Jesús apareció de nuevo para torcer la incredulidad del discípulo. Pidamos se siga apareciendo, manifestandose a cada individuo y comunidad parroquial. Vivamos tal cuál lo hacían las primeras comunidades, y así dar razón de nuestra fe.

 

P. Dante De Sanzzi 

@ompargentina

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