La animación misionera

Sabemos que estamos sumergidos, en nuestra sociedad y en gran parte del mundo, en una crisis económica bastante grande. Vemos como esto está haciendo efecto en las colectas para las misiones, aunque vamos reconociendo un leve y modesto aumento en ciertas zonas.

No solo lo atribuimos a esta crisis financiera, sino que también palpamos cierta caída en la animación y debilitamiento espiritual que desmotiva la causa misionera.
Es cierto que crece la sensibilidad misionera por muchas cosas que escuchamos en las comunidades, pero tenemos que revisar el funcionamiento de nuestra animación, de cómo llegamos al corazón del pueblo y de cómo incentivamos a participar en el servicio misionero.

Si empezamos contagiando entusiasmo apostólico, lo demás vendrá por añadidura. Contagiarnos, por ejemplo, del método de animación del apóstol Pablo. Él lanzaba iniciativas de colectas a favor de los hermanos más pobres, los enfermos, los perseguidos. Los llamaba “los santos” de Jerusalén, por toda la entrega generosa y el tiempo que daban a la evangelización y misión ( cfr. 2 Cor 9, 12 ).

Nuestras comunidades cristianas deben seguir el ejemplo del apóstol, que es el ejemplo del mismo Cristo, “el cual, siendo rico, por nosotros se hizo pobre, a fin de enriquecernos con su pobreza” ( 2 Cor 8, 9 ). Aquí se nos muestra la figura del verdadero cristiano: el ser para los otros, el compartir algo de lo que tenemos, para que reine la igualdad. Esta era la costumbre de la primera comunidad cristiana ( cfr 2 Cor 8, 14 ).

Salir de nuestras sedes, ir a las periferias, como acostumbra decir el Papa Francisco. Hacer presente la Iglesia misionera en todos los organismos diocesanos. Con espíritu de apertura en los pastores. Parroquias y congregaciones religiosas abiertas a la misión. Es necesario llevar a los fieles la participación activa en la obra misionera. Así se crecerá espiritual y materialmente.Esto es levantar las almas, es animar. Pongamos en marcha nuestro andar misionero.


P. Dante De Sanzzi
@ompargentina


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