El ser
cristiano es tener una adhesión completa a Cristo, es tener sus criterios, sus
actitudes, sus pensamientos.
A partir de
esta adhesión debemos prepararnos para vivir en salida misionera, es decir, a
estar disponible a llevar su mensaje a todos los rincones mostrando y
testimoniando la vida de Jesús.
Cuando nos
referimos a preparación hablamos de etapas, caminos, cruzar algunas vallas.
Tenemos que descubrir en primer lugar que hay una vocación, un llamado, que
viene de Dios. Toda vocación es de Él sin excluir, incluso, la vocación al
bautismo.
Luego se da
el seguimiento, la invitación que nos hace el mismo Dios a seguirlo sin
reservas. No todo el mundo está llamado a la consagración religiosa pero sí a
una vida religiosa, espiritual, cristiana; llena de valores. Esto es seguir a
Cristo y su programa de vida en cualquier estado de vida.
Desde la
vocación y a partir del seguimiento, se da la misión. Tenemos una tarea, algo
que hacer y decir, algo que dar, una obra. Esto es ser misionero que va dando
los pasos y ya está en salida. Misión es hacerse partícipe, comprometerse,
identificarse en el apostolado.
Jesús llama
y envía; exige desprenderse de cosas que nos atan y nos privan de compartir con
los demás lo más precioso que tenemos: comunicar vida.
La misión,
el salir, no es una actividad más. Toda actividad parroquial es buena y útil,
no lo negamos, al contrario, la alentamos. Pero estar en salida es lo esencial
de la Iglesia. Sin esperar llegar a la perfección ya que vivimos nuestra fe con
imperfecciones.
Estamos en
proceso de conversión todos los días. Necesitamos adquirir un espíritu de
optimismo y dejar de lado el pesimismo para que en salida podamos dar a otros
hermanos lo que necesitan y aún no descubrieron: la alegría de las buenas
noticias.
P. Dante De Sanzzi
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