1 de noviembre: Solemnidad de todos los Santos.

Con el comienzo del mes, la liturgia de la Iglesia celebra a todos los Santos. Y los celebra juntos, en una misma fecha, para que la fuerza de estos servidores de Dios sean la fuerza de su pueblo.
La vida del santo fortalece la fe y aumenta la caridad. Es un error pensar que nunca tuvieron problemas y angustias. Vivían las necesidades de cualquiera de nosotros en esta época. Es más, tenían más privaciones y persecuciones en nombre de Cristo. Pero todo lo sobrellevaban con generosidad de espíritu y alegría.

Están los apóstoles, primeros discípulos misioneros de Jesús, testigos de su muerte y resurrección; los santos mártires, que no dudaron en derramar su sangre por la causa mayor: Dios; los pastores que consolaban al pueblo animando y enseñando; las santas vírgenes y religiosas, que con su santidad de vida y oración, llevaban a la salvación a gran número de fieles.





Muchos laicos y catequistas, hombres y mujeres de buena voluntad tuvieron fortaleza y paciencia para seguir adelante, sin miedos, sin frenos, con la certeza de la vida eterna.
Hoy estamos llamados a ser santos. En nuestros ambientes y más allá de nuestras fronteras y comodidades. En definitiva todos ellos fueron grandes evangelizadores, misioneros del Padre, que testimonian la fe que dicen tener e interceden por todo el mundo. Que nos sirvan de ejemplo. Que podamos también decir, sin dudar, que “queremos ser santos”. A esto nos llamó el Señor: a ser sal de la tierra y luz del mundo ( Mt 5 ).



P. Dante De Sanzzi

@ompargentina

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