El porqué de la alegría cristiana.

Hablamos de alegría por tener fe, y parece para muchos es una utopía, una desfachatez, casi una locura.
El responder el porqué a estar alegres es por la certeza de contar en nuestras vidas con un Dios que nos ama, que no nos abandona, que está cerca, que nos escucha y nos comprende.
Estos son elementos de sobra para confiar y estar tranquilos. Pero en este tiempo de adviento y acercándonos a la Navidad, tiene que sonar muy fuerte el pedido del apóstol Pablo: “Estén alegres en el Señor” ( Flp 4,4).

No podemos darnos la licencia de abandonarnos ante la primer dificultad o caída. Todos vivimos momentos de poco agrado y cargamos la cruz de cada día. Pero precisamente en este tiempo litúrgico se nos invita a levantar la cabeza, ya que se acerca nuestra liberación.
Meditemos el pesebre, miremos al niño Dios que llegará a ser de tan magnitud que no podemos alcanzar a comprender su poder. Miremos a la Sagrada Familia de Nazaret y su alegría en el compartir y en el rezar juntos.

El dolor, la angustia, la incomprensión, la burla; son cosas que el Señor conoció y muy de cerca. Pero con su poder nos invita a seguir caminando, para adelante, sin mirar atrás.
Si nos preguntan o nos preguntamos del porqué el cristiano es alegre, no dudemos en descubrir pronto la respuesta: porque el Señor está cerca y no abandona a aquellos que lo buscan con sinceridad de corazón. Y porque vale la pena seguir el ideal cristiano, que lejos de perturbarnos nos alivia y fortalece.
Seguir adelante, con alegría, porque estamos llamados a la misión de cada jornada; quizás ardua, pero con una riqueza que nada ni nadie podrá quitar.



                    P. Dante De Sanzzi

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