Tiempo de Cuaresma

Con el miércoles de ceniza, comenzamos a transitar el tiempo cuaresmal. Tiempo de reflexión, de penitencia, de ayuno y de reconciliación, tanto con Dios como con los hermanos.


De manera especial, la reconciliación con uno mismo. El Señor nos da una vez más la posibilidad de reencontrarnos con Él y con nuestra historia personal. No escapando de la realidad que nos toca vivir vamos a solucionar nuestros conflictos internos ni vamos a esquivar o negar el pecado.

El mal existe. Por esa situación, el Padre bueno y rico en misericordia nos recuerda nuestra condición humana: somos barro, somos polvo, somos humanos con capacidades espirituales en potencia, si la sabemos apreciar. Es prepararse a la gloria de la Resurrección.

“Este es mi consuelo en la aflicción: que tu promesa me da vida”, dice el salmista (Sal 118). El consuelo de una vida mejor, de una existencia más agradable, de una realidad más sana, viene de Dios.

El “ayuno, llanto y luto” del que habla el profeta Joel en el Antiguo Testamento,  es del corazón de cada uno; de allí salen las buenas y no tan buenas cosas del hombre.
En medio de las tempestades que venimos sufriendo en esta etapa de la historia, Dios nos regala la posibilidad de una nueva cuaresma, de un nuevo tiempo para convertir nuestra vida en algo mejor, más grande, más agradable. Sin grandezas, pero con altura espiritual, con silencio, con cordura, con tranquilidad. Sabiendo ver y leer la realidad que rodea la vida.
Buena cuaresma y buen tiempo de oración. Con la cruz de cada día, pero firmes y fuertes. Con vigor y ternura.

Padre Dante De Sanzzi
@ompargentina




                                      

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