“El camino en la vida consagrada es el seguimiento de Jesús”.

En su visita pastoral a Nápoles de este fin de semana, el Santo Padre ha tenido un encuentro con el clero, las religiosas, los religiosos, y los seminaristas, en la catedral. En ella se ha dirigido espontáneamente a los asistentes, dejando de lado el discurso que tenía preparado:


“Una hermana que está aquí”, comenzaba el Papa, “muy anciana, ha venido corriendo a decirme: ‘Deme su bendición in articulo mortis’. ‘Pero, ¿por qué, hermana?’. ‘Porque debo irme de misiones, a abrir un convento…’. Este es el espíritu de la vida religiosa. Esta hermana me ha hecho pensar. Está allí, anciana, pero dice: ‘Sí, estoy in articulo mortis, pero debo ir a renovar, a hacer de nuevo un convento’, y parte”. El Papa presentaba este testimonio para ilustrar que “el camino en la vida consagrada es ir al seguimiento de Jesús”. Este es el testimonio de seguir el camino de Jesús. Un testimonio que el Papa Francisco ilustraba con tres puntos: el primero, “que se vea que Jesús es el centro”, por eso les decía a los seminaristas: “Si no tienen a Jesús en el centro, retarden la ordenación. Si no están seguros de que Jesús es el centro de sus vidas, esperen un poco más, para estar seguros. Si no, comenzarán un camino que no saben cómo terminará”. El segundo rasgo de este testimonio, decía el Papa, es el espíritu de pobreza: “¿Cómo va mi vida de pobreza?”. El tercero, es la misericordia. Dirigiéndose a los presentes les recordaba las Obras de Misericordia: “Cuando vuelvan a casa tomen el catecismo y recuerden estas obras de misericordia que son las obras que practican las viejecitas y la gente sencilla en los barrios, en las parroquias, porque seguir a Jesús, ir detrás de Jesús, es sencillo”.

El Papa terminaba su intervención hablando del “celo apostólico, es decir, de la misionariedad. El amor a la Iglesia te lleva a darla a conocer, a salir de ti mismo para ir fuera a predicar la Revelación de Jesús, pero te empuja también a salir de ti mismo para ir a la otra trascendencia, a la de la adoración. En el ámbito de la misionariedad creo que la Iglesia debe ir un poco más allá, convertirse más, porque la Iglesia no es una ONG, sino que es la esposa de Cristo que tiene el tesoro más grande: Jesús. Y su misión, su motivo para existir es precisamente este: evangelizar, llevar a Jesús. Adoración, amor a la Iglesia y misionariedad”.

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