Con el
Domingo de Ramos de la Pasión del Señor comenzamos a vivir la semana más fuerte
del cristianismo. Es en conjunto la Pasión, muerte y Resurrección de Cristo.
Se mezclan
muchas sensaciones en estos días. Vemos como la población de Jerusalén aclama
la llegada del Salvador: “Bendito el que viene en nombre del Señor”; pasamos a
descubrir los días siguientes que se va preparando la emboscada para eliminar
al mismo que se aclama. De la algarabía a la difamación ¡ Como puede cambiar la
mente y el corazón humano! Por algo se dice que solo Dios lo entiende.
Jesús
asumirá la cruz y la muerte por nuestra salvación y redención. Previamente nos
deja el sacramento de la Eucaristía por medio de sus discípulos en la Última
Cena; el sacerdocio sacramental que les da a ellos mismos ese día; su muerte
injusta para que adoremos la cruz y tomemos la nuestra cada jornada; el sábado
en el sepulcro, en silencio, a la expectativa, los que en Él creían, por lo que
va a ocurrir; y finalmente cumple la promesa: “Yo soy la Vida”, y el Señor
resucitó.
Pascua es
“paso”, ese paso de la muerte a la verdadera vida, la plenitud, la felicidad
eterna.
“El amor de
Cristo nos apremia” decía San Pablo (2 Cor. 5-14); Cristo murió por todos, por
toda la humanidad y en nombre de todos. Pero lo que ante Dios vale en esta
muerte es la obediencia de amor, que hace patente una vida entregada.
Así es la
vida de la misión, la vida que vivió y entregó el misionero del Padre, Jesús,
porque quizo, ya que nadie se la quitó. Y vive para siempre.
Que sea una
feliz Pascua, con fuerza y alegría en el servicio. Con generosidad y
tranquilidad. Que nuestra celebración no sea en vano.
Feliz
Pascua de Resurrección.
Pbro. Dante
De Sanzzi (Director de OMP Argentina)
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