Reflexionamos
el pedido del apóstol Pablo a la comunidad de Corinto y nos vamos percatando
que el mayor problema de la humanidad es estar alejada de Dios.
El mismo
Señor nos pide “retirarnos a la habitación, cerrar la puerta y orar en
secreto”, para luego recibir la recompensa (Cfr. Mt 6,6).
En algunas
ocasiones creemos que el Señor, “ocupado en tantas cosas” no nos escucha. Y
allí comienza el drama del hombre: pensar que Dios no se ocupa.
Dejar
actuar la gracia del Señor en nuestro corazón, no enojarnos tanto, no
confrontar, esperar. Algunas veces la presencia de Jesús en nuestra vida exige
compromiso y esto no lo puedo sacar de mi vida. Queremos vivir como si no
existiera o lo acomodamos a nuestra manera.
De una vez
por todas, debemos amigarnos con el Padre. Es la filiación divina. Nos pide
estar con Él, fijar la mirada en Él, repasar sus enseñanzas, seguir sus
ejemplos, examinar nuestra conciencia.
Permaneciendo
con Él daremos mucho fruto. Hay que entrar a su corazón y no tener miedo.
Dejarse amar para poder amar.
No “usar” a
Dios sino utilizar sus enseñanzas para nuestro bien, nuestra edificación. No
abusarse de su bondad: “el que no quiere trabajar, que tampoco coma” dice el
mismo apóstol, ya que hay muchos que viven desordenadamente metiéndose en todo
y no haciendo nada.
Que todo
esto nos lleve a meditar que sin el Padre del cielo es imposible una vida
acorde a los tiempos que vivimos. Es la hora, el momento preciso para volver a
la amistad con Dios y que sea perdurable. Dejémonos reconciliar con Él.
@ompargentina
Pbro. Dante De Sanzzi
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