Celebramos
en este día, la Jornada
nacional del Enfermo. Utilizamos este año el lema: “ponele el corazón, ama a
los enfermos”.
La vida nos
pide poner el corazón en todos los emprendimientos. Ahora volquemos la mirada
sobre los que sufren. La enfermedad, el dolor, es un misterio escondido desde
siempre, desde la creación.
El hombre,
imagen de Dios, no puede estar al margen del sufrimiento y la enfermedad; el
mismo Jesús padeció, murió y resucitó por toda la humanidad.
El enfermo,
el sufriente, se asocia a la pasión de Cristo. Sus achaques o su vejez no son
en vano. Se encuentra con una misión: ofrecer los dolores por el mundo entero,
dolido y enfermo por el pecado y el azote de las guerras, la violencia, el
hambre, la desigualdad.
Postrado en
el lecho de dolor, la oración rompe el cielo. Dios no es una piedra, es el
Padre misericordioso que escucha, acompaña y alivia.
A los que
gozan de buena salud, tomar como una gracia este tiempo de fortaleza, con
humildad; al que le toca sufrir, mantenerse con calma y serenidad. Son dos
posturas que manifiestan nuestra fe.
Desde la Unión de Enfermos y Ancianos
misioneros, en nuestras Obras Misionales Pontificias, llamamos e invitamos a
ser misioneros del Padre. Y a hacer también del convaleciente, un evangelizador
activo.
Pongamos el
corazón en atender, visitar y amar a los enfermos. Jesús pasaba, tocaba y
sanaba al que tenía fe. Visitemos y sanemos desde el corazón.
P. Dante De Sanzzi
@ompargentina
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