Navidad: centro de la misión.

La Natividad de Nuestro Señor debe ser la fiesta del misionero. Es tiempo de creatividad y emociones. Tiempo para hacer memoria, agradecer y celebrar.
Es lamentable como a pesar de ser testigos de Cristo, que es lo mejor, estamos siendo testigos y partícipes de una sociedad agrietada, llena de divisiones y peleas. Se tensa la cuerda de la tolerancia y esta termina tan arrastrada que se corta.

En Navidad no podemos perder de vista que lo que celebramos es el nacimiento del Salvador de todos los hombres. Acontecimiento que marca nuestra historia y la de todos los hombres; incluso de aquellos que dicen no creer.

Hagamos fiesta para manifestar al mundo la presencia omnipotente de nuestro Señor. Dejemos de pensar y obrar mecánicamente: “es tradición”, “es comer y beber hasta el hartazgo”; “es feriado”, “es consumo”.

Navidad no es sinónimo de consumismo donde compro y regalo cosas. Es parte de nuestra vida de fe, es compartir y contagiar esperanza, alegría y paz. Dios está actuando y vuelve a nacer para darnos otra posibilidad de celebrarlo y descubrirlo. Debemos tener los pies sobre la tierra y el corazón elevado al cielo. Los ojos abiertos, los oídos atentos ante el que sufre. Y ver y sentir la presencia de Dios hecho hombre en Jesús y en nuestra historia.

Como misionero tengo esta obligación: ser feliz y hacer feliz al otro. No es reir, sino es tener el alma llena de alegría y confianza; sobreponerese a los problemas y ser superior a las cosas que nos pasen a diario. Así Jesús nació en ese corazón.

Que sea una Feliz Navidad y un mejor año para todos.
Pbro. Dante De Sanzzi

@ompargentina

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