Testimonio Misionero: San Pedro Chanel


San Pedro Chanel, nació en Cuet (Francia) en el año 1803. A los 21 años entró al Seminario de Bourg y fue ordenado sacerdote en 1827. Ejerció su ministerio pastoral unos años en su tierra. Debido a su deseo de marchar a las misiones, en 1831 ingresó en la Compañía de María (Padres Maristas), y en 1837 viajó a Oceanía.

Llegó a la isla de Futuna, carcana a Tahití. En medio de dificultades de toda clase, consiguió convertir a muchos paganos, entre ellos, al hijo del jefe de la tribu de los Alo, una de las dos tribus de la Isla. Esto le ganó el odio de la influyente familia. El rey, al enterarse de esto, envió a un guerrero llamado Musumusu, su yerno, a "hacer lo que fuera necesario" para resolver el problema.

El 28 de abril de 1841, un grupo capitaneado por Musumusu, yerno del rey, fue a buscar a Pedro; lo sacaron de su cabaña y Musumusu le abrió la cabeza de un hachazo. Pedro fue beatificado en 1889 y proclamado mártir y Patrón de Oceanía en 1954.

Fue lenta y paciente la tarea de penetración en el pequeño mundo de esa gente tan distinta por costumbres de vida y por mentalidad. Pero el anuncio del Evangelio fue calando en las jóvenes generaciones, Pero este éxito suscitó al mismo tiempo la hostilidad de las viejas generaciones. El tributo de sangre de Pedro Chanel fue el precio para abrir finalmente las puertas a la evangelización de toda la isla.


Oración por Oceanía

Padre nuestro y Padre de todos los hombres,
dirige tu mirada al continente de Oceanía, que te invoca
desde sus millones de islas dispersas en el azul del Océano Pacífico.

Guía al pueblo de Oceanía a través de los océanos oscuros y
tormentosos de la vida, para que alcance el cielo de paz y luz,
preparados para ellos por tu Hijo, aquel que calma el mar.
Te pedimos por todos los hombres de este continente,
para que llegue a todos el anuncio de la Buena Noticia.

Dios de la Paz, en quien todas las tormentas se aquietan,
te pedimos que en este nuevo milenio, la Iglesia en Oceanía
no deje de crecer, y muestre el rostro glorioso
de tu Hijo, lleno de Gracia y Verdad a todos los habitantes de las islas
de ese continente, así Dios reine en los corazones de las gentes
del Pacífico, y ellos encuentren la paz en el Salvador del mundo.
Amen.



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