Con la
fiesta de la Visitación de la Virgen María, celebramos a nuestra Madre como la
Reina de las Misiones.
La liturgia
de la Palabra de este día, nos presenta a María en espera del nacimiento de su
hijo Jesús que a la vez es el Hijo de Dios. Y lo emocionante del acontecimiento
es su partida para visitar a su parienta Isabel que también espera un hijo y
que será el Precursor, Juan, el que bautizará con agua y esperará la presencia
del Señor en el río Jordán para dejar paso al misionero del Padre y su Espíritu
Santo para penetrar en la vida de los futuros cristianos.
En el
encuentro de las dos mujeres se da una imagen de la misión cristiana: la
alegría de la que siente el impulso a transmitir la Buena Noticia y la que
recibe a la vez también con euforia la llegada del Salvador.
El diálogo
es fuerte y conmovedor. Isabel la recibe con gozo y exclamando “Bendita tú eres
entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu seno”; y el niño que llevaba
en su seno saltó de gozo. Y la respuesta de la Virgen es un cántico inspirado
en varios pasajes del Antiguo Testamento: los pobres y humildes socorridos ante
los poderosos.
María
permaneció unos tres meses hasta el nacimiento de Juan y volvió a su casa.
Seguramente habrán sido muchos los frutos de esta visita, de esta misión.
Llevar la verdad, manifestar el poder de Dios, sentirse auxiliados y
correspondidos por el Padre, mostrar su misericordia, son los elementos
indispensables para compartir con el hermano alejado.
Que María
reine en los corazones de los fieles, nos impulse a la misión de cada día con
seguridad y alegría y celebremos como Iglesia misionera las grandezas del
Señor.
P. Dante De Sanzzi
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